Fuente: Reuters
La demanda presentada por Ziff Davis contra OpenAI destaca la creciente preocupación por la protección de los derechos de autor en el contexto de la inteligencia artificial. Ziff Davis, conocido por sus marcas de medios como IGN y CNET, acusa a OpenAI de haber «copiado intencionada e implacablemente» su contenido sin autorización para entrenar sus modelos de IA.
Cabe señalar que, los detalles de la demanda son contundentes. Ziff Davis afirma que OpenAI ha creado «copias exactas» de sus trabajos y ha almacenado y reproducido dicho contenido en su modelo ChatGPT. A pesar de que la editorial había instruido explícitamente a los rastreadores web que no accedieran a su contenido mediante un archivo robots.txt, OpenAI supuestamente hizo caso omiso de esta solicitud. Asimismo, la demanda señala que Ziff Davis ha identificado cientos de copias de sus obras en el conjunto de datos WebText de OpenAI, lo que agrava aún más la acusación de violación de derechos de autor.
El contexto de esta demanda es aún más preocupante, ya que se suma a una serie de litigios similares que otros medios han presentado contra OpenAI. Aunque algunas publicaciones han optado por firmar acuerdos de licencia, lo que les permite monetizar el uso de su contenido, otros medios han decidido buscar protección legal. Este fenómeno sugiere que la relación entre los creadores de contenido y las empresas de inteligencia artificial es cada vez más tensa y compleja.
En respuesta a las acusaciones, OpenAI ha defendido su posición, argumentando que su modelo está diseñado para potenciar la creatividad y el descubrimiento en diversas áreas. La empresa sostiene que utiliza datos disponibles públicamente y se ampara en el concepto de «uso justo». Sin embargo, este argumento ha sido objeto de controversia, ya que la interpretación de lo que constituye uso justo puede variar considerablemente y está lejos de ser un consenso en el ámbito legal.
Finalmente, si los tribunales fallan a favor de Ziff Davis, esto podría obligar a OpenAI y a otras empresas de IA a establecer acuerdos de licencia más extensos y a replantear sus prácticas de entrenamiento. En cambio, una decisión que respalde el uso justo podría allanar el camino para que las empresas tecnológicas continúen utilizando contenido protegido sin necesidad de autorización explícita. En cualquier caso, este litigio es un claro reflejo de las nuevas dinámicas que están definiendo el paisaje de la propiedad intelectual en el siglo XXI.