Fuente: Reuters
En las últimas semanas, OpenAI volvió a estar en los titulares de los principales medios de comunicación, debido a una amenaza de demanda proveniente de varios novelistas, entre ellos Paul Tremblay, Mona Awad, Christopher Golden y Richard Kadrey, así como de la humorista Sarah Silverman, quienes sostienen que ChatGPT es capaz de generar resúmenes de sus trabajos, lo que los lleva a creer que el chatbot impulsado por la inteligencia artificial (IA) fue entrenado utilizando sus obras.
En este sentido, los artistas sugieren que las obras probablemente fueron obtenidas de conjuntos de datos de libros en línea a los que se hace referencia en un artículo de OpenAI publicado en 2020 para presentar GPT-3, el modelo que impulsa a ChatGPT. De este modo, los demandantes arguyen que el sistema de IA, que se ha aliado con el gigante Microsoft para aplicar su tecnología, extrajo datos copiados de miles de libros sin permiso, entre ellos los suyos, violando así sus derechos de autor y los de otros artistas.
Por lo tanto, la demanda presentada en el Tribunal del Distrito Norte de San Francisco busca ser una demanda colectiva al proponer que otros autores se puedan unir y soliciten daños compensatorios y medidas cautelares para evitar que OpenAI continúe con acciones similares.
Y es que, el equipo de OpenAI ha declarado en diversas ocasiones que entrena sus modelos basándose en textos de Internet, y aunque no ha revelado exactamente qué recursos ha absorbido, la startup ha admitido haber capacitado sus sistemas en cientos de miles de libros protegidos por derechos de autor y almacenados en sitios web como Sci-Hub, Z-Library, Bibliotik, incluyendo fuentes como Wikipedia y la extensa base de datos del Proyecto Gutenberg. Cabe resaltar que se trata de la segunda demanda que recibe OpenAI en tan sólo una semana; la anterior demanda colectiva acusa a ChatGPT y Dall-e de violar la privacidad de millones de usuarios de internet.
Por su parte, OpenAI no se ha pronunciado al respecto, pero frente a este escenario se incrementa la posibilidad de que los conflictos legales sean cada vez más frecuentes para la empresa, lo que pone nuevamente en cuestionamiento el problema de los límites de los derechos de autor y la protección de datos personales en la era de la IA, sobre todo cuando son muchos los autores que creen que ChatGPT ha tomado textos de sus libros sin su permiso, y que OpenAI se está beneficiando de su trabajo sin ningún tipo de remuneración.